sexta-feira, 29 de novembro de 2019

Antecedentes e causas da atual crise política e social na América Latina


Antecedentes de la situación actual de las naciones Latinoamericanas
(nota del Consejo Mundial de Iglesias)
América Latina es la región más violenta y más desigual del planeta; pero también, demográficamente, la más cristiana.
Las tasas de violencia, sobre todo de la violencia de género, siguen siendo excepcionalmente altas en muchas partes de la región. La violencia generalizada se combina con el fácil acceso a las armas, el tráfico de drogas, el contrabando, la delincuencia organizada y las bandas.
La pobreza y la desigualdad son problemas persistentes y en aumento. En 2017, un total de 184 millones de latinoamericanos vivían en la pobreza (30,2% de la población), de los cuales, 62 millones sufrían la pobreza extrema (10,2% de la población, el porcentaje más alto desde 2008). Se estima que estas cifras seguirán en aumento en 2019.
El 40% de la población ocupada de la región de América Latina y el Caribe recibe ingresos que están por debajo del salario mínimo establecido en su país, y esa proporción es mucho mayor entre las mujeres (48,7%) y los jóvenes de entre 15 y 24 años (55,9%). En el caso de las mujeres jóvenes, esa cifra alcanza el 60,3%. Más de la mitad de las mujeres empleadas (51,8%) trabajan en sectores de baja productividad y el 82,2% de ellas no están afiliadas o no están incluidas en un sistema de pensiones.
En el 10% de los hogares más ricos de la región se concentra, en promedio, el 34,1% de la renta total.
Los efectos del cambio climático profundizan las brechas de desigualdad en las comunidades de la región. La vulnerabilidad se intensifica con las industrias extractivas, los monocultivos y el crecimiento de las megaciudades; fenómenos vinculados al modelo de producción dominante.
Las compañías multinacionales y los individuos ultraricos son en muchos lugares más poderosos que los gobiernos. La independencia, la voz y la vitalidad de la sociedad civil están cada vez más amenazadas, y aumenta cada vez más la influencia de los grupos religiosos en la política. Se incrementan la polarización y la inestabilidad en la sociedad y en la política.
Los virajes hacia el populismo en la política de algunos países de la región han venido acompañados de un retroceso en el respeto del estado de derecho y de muchos derechos humanos, libertades civiles y protecciones sociales y medioambientales que habían sido conquistados con mucho esfuerzo. Hay varios Estados que no respetan el derecho internacional humanitario o el derecho internacional de los derechos humanos, discriminan a las personas desplazadas y a los refugiados, y dan más importancia a la seguridad que a la justicia.
En toda la región, las mujeres y los pueblos indígenas son siempre los más afectados por la pobreza extrema, la violencia y las múltiples vulnerabilidades.

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