Percepciones sobre la nuestra Misión en Bolivia
Rafael Hoffmann
El
siguiente texto que les presento es una forma de compartir lo que he visto y
experimentado en tierras bolivianas durante estos meses que he estado aquí y
una invitación a reflexionar sobre la misión. Me detendré en temas que tienen una
correspondencia directa con la realidad religiosa y social donde actuamos como Misioneros
de la Sagrada Familia. La idea es intentar, de la forma más concisa posible,
plasmar los desafíos que la realidad que he visto y vivido nos plantean.
O sol se põe no Centro de Espiritualidade Nazaré |
Un desafío asumido hace 16 años!
La
misión en Bolivia es un gran desafío asumido por nuestra comunidad religiosa el
año 1997 y que en la actualidad siguen siendo un reto para nuestras futuras
generaciones. Las exigencias del trabajo misionero son grandes y en ocasiones
hacen surgir el deseo de no seguir. Sin embargo también nos ayudan a darnos
cuenta que se requiere desarrollar destrezas y habilidades de nuestra parte en
los procesos de formación inicial y permanente: organización parroquial,
catequética, acompañamiento familiar y animación de comunidades.
Nuestra
residencia está en el Barrio Cambaó, que está ubicado entre los municipios de
Santa Cruz de la Sierra y La Guardia. La ubicación del barrio ya implica
algunas dificultades. Pertenecemos al municipio de La Guardia, que a su vez pertenece
al Departamento de Santa Cruz de la Sierra (que según los datos del último
censo es el mayor departamento de Bolivia). Como estamos a medio camino entre los
dos municipios, estamos de cierto modo “abandonados”, porque ni la gobernación de
Santa Cruz de la Sierra ni la de La Guardia hacen mucho caso de las necesidades
ciudadanas nuestras ni de nuestros vecinos.
Para
llegar al centro de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra (que es nuestra
referencia), tardamos, con suerte, casi una hora en el micro, que es el medio
de transporte público más usado por aquí (y el único que llega a nuestro
barrio). El problema es que en días de mucha lluvia los micros no entran a
nuestro barrio por las condiciones en que quedan las calles. Lo mismo ocurre
para transportarse en camioneta. Es difícil entrar y salir del barrio por las
condiciones en que se encuentran las calles, que son de arena y que con
cualquier lluvia se deshacen y se llenan de huecos, dificultando aún más lo que
por sí solo ya no es fácil.
Una realidad dura, y no un cuento de hadas...
El
barrio es pequeño pero con un buen número de habitantes. La realidad de casi la
totalidad de las familias que viven aquí está muy lejos de ser un cuento de
hadas. La pobreza está por todos los lados, y el mal mayor es que con ella
vienen otros problemas…
Jovensbilivianos/as numa jornada missionária |
Cuando
se habla con los jóvenes se percibe la gran falta de interés por los estudios,
por buscar una formación que les pueda proporcionar un futuro mejor. Hay
jóvenes que tienen un gran potencial para los estudios y para el trabajo, pero
no tienen ningún interés en desarrollarlo; y así muchas vidas y futuros que
podrían llegar a ser brillantes van perdiéndose por los “caminos de la vida”. Y
también no faltan personas para llevar a esos jóvenes a recorrer caminos que no
tendrán un final feliz.
Se
percibe que los jóvenes no tienen grandes sueños, ambiciones y deseos para su
futuro y casi siempre se satisfacen con muy poco. Y el reflejo es claro:
jóvenes que no cuestionan nada, que aceptan todo que les dicen, que tienen la
pobreza y la exclusión como una cosa normal… Hay que reconocer que hay, sí,
algunos jóvenes que buscan y luchan por un futuro mejor, pero infelizmente esos
son muy pocos.
Dolor, tristeza y rabia...
Pero
estas son las consecuencias de un problema anterior. Y ahí llegamos al tema de
la desintegración de la familia. Ahí las cosas se vuelven aún más tristes... He
visto casos aquí que me dejan muy triste, y al mismo tiempo con rabia (no es el
mejor sentimiento para un cristiano, pero cuando se conoce a algunos casos el
sentimiento es ese mismo...).
Es
increíble la cantidad de casos de hombres que embarazan a mujeres y no tienen
ningún problema en irse a otro lugar y dejar abandonada la mujer con un hijo en
su vientre. Es asombrosa la cantidad de casos de violación de niños/as por
parte de sus padres y los casos de violencia intrafamiliar que hay por aquí. Mujeres
sumisas, hombres violentos (tendencia que se refuerza con la cantidad de hombres
que beben y llegan borrachos a casa y descargan en la mujer sus frustraciones)
y niños que, de una u otra manera, acaban siendo los más afectados.
A
eso se suma el hecho de la falta de información, la falta de conocimientos
sobre prevención de enfermedades y métodos contraceptivos, y el resultado son
familias muy numerosas y muchas veces sin las mínimas condiciones necesarias para
una vida digna. Y así se va reproduciendo un esquema social violento y machista
que deja sus huellas en la sociedad.
Pasando
al tema de la participación en la Iglesia, Bolivia es una tierra muy fértil. La
participación de personas en misas y en todo tipo de celebraciones es grande. La
Iglesia católica por aquí aún tiene mucho de la vitalidad y de la influencia que
ya ha perdido en Brasil. Los sacerdotes aún son figuras de referencia para la
gran mayoría de las personas y su palabra tiene un peso muy grande.
Eso
facilita un poco el trabajo que se hace por aquí, pero al mismo tiempo se corre
el riesgo de que los sacerdotes o religiosos se acomoden y no busquen más
formación ni actualización de sus conocimientos, porque para el pueblo, en
muchos casos, las cosas dichas por los sacerdotes/religiosos son tomadas casi como
ley. Ahí está el desafío de tener conciencia y responsabilidad de la influencia
que como religioso se tiene en la vida de las personas.
Juventud y passividad?
Lo
que también impresiona es la participación de jóvenes en las celebraciones.
Pero una participación que no se limita solo a ir a misas, sino que una
participación más activa. Los jóvenes son quienes animan las celebraciones en
la mayoría de las capillas de la Parroquia; son ellos la mayor parte de los
catequistas, los que están en la dirección de grupos misioneros, que ayudan a
formar los monaguillos que participan en las celebraciones.
Una
diferencia que he percibido es que los grupos de jóvenes que hay por aquí no se
restringen a trabajar para su grupo, sino que hacen diversos trabajos, ayudan a
recoger fondos para otras causas, usan sus influencias y sus ganas de trabajar
para ayudar a los que son más necesitados. Un ejemplo fue el fin del año pasado.
Para la celebración de Navidad buscaron ayuda e hicieron un bello trabajo organizando
un día de juegos y de actividades de recreación en la parroquia con el objetivo
de recolectar fondos para comprar regalos a niños pobres. Y ese fue, para la
gran mayoría de los niños, su único regalo para esta fecha.
En
relación a los laicos, tienen una gran participación en la Iglesia y a ellos
también se ofrecen oportunidades de formación, cursos y otros medios para calificar
su actuación en las comunidades. Eso a veces se vuelve un poco difícil por la
cantidad de trabajos que muchos tienen en sus casas o empleos, y también por la
falta de estudios y comprensión de algunos temas que exigen mayor conocimiento.
Pero lo bueno es que los que están involucrados tienen muchas ganas de
aprender, tienen ganas de hacer un buen trabajo en sus comunidades, lo que es
un punto muy favorable.
Un pueblo solidario
Y
lo que más merece ser destacado es la solidaridad del pueblo. Aquí da gusto ver
el empeño del pueblo para trabajar por los que son más necesitados. Cuando
aparecen casos de personas con muchas necesidades y que de hecho necesitan
ayuda, las personas de las comunidades se reúnen, se organizan y hacen
colectas, recaudan fondos para ayudar a quien necesita.
El
pueblo aquí tiene la capacidad de olvidar sus problemas, “ponerlos en sus
propios bolsillos” y salir al encuentro de aquellos que están más necesitados. Eso
es motivador, es animador, es ejemplo para muchos y, más que todo, para
nosotros. Una demostración de la capacidad humana de ser solidarios, de salir
al encuentro de quienes necesitan. Es una escuela de aprendizaje que no se
olvida tan fácil.
Una missión provocadora
El
trabajo misionero en Bolivia es muy provocador. Vivimos en una realidad desafiante,
una realidad que reta nuestras creencias, nuestras certezas absolutas y que
casi a diario nos muestra que siempre hay muchas sorpresas esperándonos. Una
realidad que nos hace abrir los ojos y que nos muestra que el “reto” al que nos
invita Jesús a través de P. Berthier, de “estar cerca de los que están lejos”,
es un desafío muy actual y exigente. Me ha mostrado que las posibilidades
existen y que a veces traen algunas dificultades, pero ese es el reto: superar
las dificultades y al fin, con mucho gusto, poder mirar y decir: ¡Lo logramos! ¡Hacemos
lo que muchos creían que no sería posible o que no valía la pena!
Centro de Espèiritualidade Nazaré - Bairro Pantanal |
Puede
que a veces no haya tenido la real dimensión de lo que significa estar aquí y
ayudar en este trabajo, y tal vez por mi juventud e inexperiencia en algunas
cosas a veces he cometido algunos errores. Pero, como el camino se hace
caminando, algunos errores a veces son necesarios para que nos sea posible ver
con más claridad el camino correcto a seguir. La experiencia misionera en
Bolivia, más que cualquier cosa, es una escuela que mucho me ha enseñado. Y más
que todo me ha mostrado que es necesario “bajar de los pedestales” para que sea
posible ir al encuentro del pueblo y dejar que el pueblo también venga a
nuestro encuentro.
Que
Dios y la Sagrada Familia de Nazaret, por la intercesión de P. Berthier, sigan
bendiciendo nuestro grandioso trabajo misionero. ¡Saludos desde Bolivia!
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