domingo, 14 de abril de 2013

Retalhos de uma aventura missionaria


Percepciones sobre la nuestra Misión en Bolivia

Rafael Hoffmann
El siguiente texto que les presento es una forma de compartir lo que he visto y experimentado en tierras bolivianas durante estos meses que he estado aquí y una invitación a reflexionar sobre la misión. Me detendré en temas que tienen una correspondencia directa con la realidad religiosa y social donde actuamos como Misioneros de la Sagrada Familia. La idea es intentar, de la forma más concisa posible, plasmar los desafíos que la realidad que he visto y vivido nos plantean.
O sol se põe no Centro de Espiritualidade Nazaré
Un desafío asumido hace 16 años!
La misión en Bolivia es un gran desafío asumido por nuestra comunidad religiosa el año 1997 y que en la actualidad siguen siendo un reto para nuestras futuras generaciones. Las exigencias del trabajo misionero son grandes y en ocasiones hacen surgir el deseo de no seguir. Sin embargo también nos ayudan a darnos cuenta que se requiere desarrollar destrezas y habilidades de nuestra parte en los procesos de formación inicial y permanente: organización parroquial, catequética, acompañamiento familiar y animación de comunidades.
Nuestra residencia está en el Barrio Cambaó, que está ubicado entre los municipios de Santa Cruz de la Sierra y La Guardia. La ubicación del barrio ya implica algunas dificultades. Pertenecemos al municipio de La Guardia, que a su vez pertenece al Departamento de Santa Cruz de la Sierra (que según los datos del último censo es el mayor departamento de Bolivia). Como estamos a medio camino entre los dos municipios, estamos de cierto modo “abandonados”, porque ni la gobernación de Santa Cruz de la Sierra ni la de La Guardia hacen mucho caso de las necesidades ciudadanas nuestras ni de nuestros vecinos.
Para llegar al centro de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra (que es nuestra referencia), tardamos, con suerte, casi una hora en el micro, que es el medio de transporte público más usado por aquí (y el único que llega a nuestro barrio). El problema es que en días de mucha lluvia los micros no entran a nuestro barrio por las condiciones en que quedan las calles. Lo mismo ocurre para transportarse en camioneta. Es difícil entrar y salir del barrio por las condiciones en que se encuentran las calles, que son de arena y que con cualquier lluvia se deshacen y se llenan de huecos, dificultando aún más lo que por sí solo ya no es fácil.
Una realidad dura, y no un cuento de hadas...
El barrio es pequeño pero con un buen número de habitantes. La realidad de casi la totalidad de las familias que viven aquí está muy lejos de ser un cuento de hadas. La pobreza está por todos los lados, y el mal mayor es que con ella vienen otros problemas…
Jovensbilivianos/as  numa jornada missionária
Cuando se habla con los jóvenes se percibe la gran falta de interés por los estudios, por buscar una formación que les pueda proporcionar un futuro mejor. Hay jóvenes que tienen un gran potencial para los estudios y para el trabajo, pero no tienen ningún interés en desarrollarlo; y así muchas vidas y futuros que podrían llegar a ser brillantes van perdiéndose por los “caminos de la vida”. Y también no faltan personas para llevar a esos jóvenes a recorrer caminos que no tendrán un final feliz.
Se percibe que los jóvenes no tienen grandes sueños, ambiciones y deseos para su futuro y casi siempre se satisfacen con muy poco. Y el reflejo es claro: jóvenes que no cuestionan nada, que aceptan todo que les dicen, que tienen la pobreza y la exclusión como una cosa normal… Hay que reconocer que hay, sí, algunos jóvenes que buscan y luchan por un futuro mejor, pero infelizmente esos son muy pocos.
Dolor, tristeza y rabia...
Pero estas son las consecuencias de un problema anterior. Y ahí llegamos al tema de la desintegración de la familia. Ahí las cosas se vuelven aún más tristes... He visto casos aquí que me dejan muy triste, y al mismo tiempo con rabia (no es el mejor sentimiento para un cristiano, pero cuando se conoce a algunos casos el sentimiento es ese mismo...).
Es increíble la cantidad de casos de hombres que embarazan a mujeres y no tienen ningún problema en irse a otro lugar y dejar abandonada la mujer con un hijo en su vientre. Es asombrosa la cantidad de casos de violación de niños/as por parte de sus padres y los casos de violencia intrafamiliar que hay por aquí. Mujeres sumisas, hombres violentos (tendencia que se refuerza con la cantidad de hombres que beben y llegan borrachos a casa y descargan en la mujer sus frustraciones) y niños que, de una u otra manera, acaban siendo los más afectados.
A eso se suma el hecho de la falta de información, la falta de conocimientos sobre prevención de enfermedades y métodos contraceptivos, y el resultado son familias muy numerosas y muchas veces sin las mínimas condiciones necesarias para una vida digna. Y así se va reproduciendo un esquema social violento y machista que deja sus huellas en la sociedad.
Una tierra eclesial muy fertil
P. Luis msf e a juventude sempre presente
Pasando al tema de la participación en la Iglesia, Bolivia es una tierra muy fértil. La participación de personas en misas y en todo tipo de celebraciones es grande. La Iglesia católica por aquí aún tiene mucho de la vitalidad y de la influencia que ya ha perdido en Brasil. Los sacerdotes aún son figuras de referencia para la gran mayoría de las personas y su palabra tiene un peso muy grande.
Eso facilita un poco el trabajo que se hace por aquí, pero al mismo tiempo se corre el riesgo de que los sacerdotes o religiosos se acomoden y no busquen más formación ni actualización de sus conocimientos, porque para el pueblo, en muchos casos, las cosas dichas por los sacerdotes/religiosos son tomadas casi como ley. Ahí está el desafío de tener conciencia y responsabilidad de la influencia que como religioso se tiene en la vida de las personas.
Juventud y passividad?
Lo que también impresiona es la participación de jóvenes en las celebraciones. Pero una participación que no se limita solo a ir a misas, sino que una participación más activa. Los jóvenes son quienes animan las celebraciones en la mayoría de las capillas de la Parroquia; son ellos la mayor parte de los catequistas, los que están en la dirección de grupos misioneros, que ayudan a formar los monaguillos que participan en las celebraciones.
Una diferencia que he percibido es que los grupos de jóvenes que hay por aquí no se restringen a trabajar para su grupo, sino que hacen diversos trabajos, ayudan a recoger fondos para otras causas, usan sus influencias y sus ganas de trabajar para ayudar a los que son más necesitados. Un ejemplo fue el fin del año pasado. Para la celebración de Navidad buscaron ayuda e hicieron un bello trabajo organizando un día de juegos y de actividades de recreación en la parroquia con el objetivo de recolectar fondos para comprar regalos a niños pobres. Y ese fue, para la gran mayoría de los niños, su único regalo para esta fecha.
En relación a los laicos, tienen una gran participación en la Iglesia y a ellos también se ofrecen oportunidades de formación, cursos y otros medios para calificar su actuación en las comunidades. Eso a veces se vuelve un poco difícil por la cantidad de trabajos que muchos tienen en sus casas o empleos, y también por la falta de estudios y comprensión de algunos temas que exigen mayor conocimiento. Pero lo bueno es que los que están involucrados tienen muchas ganas de aprender, tienen ganas de hacer un buen trabajo en sus comunidades, lo que es un punto muy favorable.
Un pueblo solidario
Y lo que más merece ser destacado es la solidaridad del pueblo. Aquí da gusto ver el empeño del pueblo para trabajar por los que son más necesitados. Cuando aparecen casos de personas con muchas necesidades y que de hecho necesitan ayuda, las personas de las comunidades se reúnen, se organizan y hacen colectas, recaudan fondos para ayudar a quien necesita.
El pueblo aquí tiene la capacidad de olvidar sus problemas, “ponerlos en sus propios bolsillos” y salir al encuentro de aquellos que están más necesitados. Eso es motivador, es animador, es ejemplo para muchos y, más que todo, para nosotros. Una demostración de la capacidad humana de ser solidarios, de salir al encuentro de quienes necesitan. Es una escuela de aprendizaje que no se olvida tan fácil.
Una missión provocadora
El trabajo misionero en Bolivia es muy provocador. Vivimos en una realidad desafiante, una realidad que reta nuestras creencias, nuestras certezas absolutas y que casi a diario nos muestra que siempre hay muchas sorpresas esperándonos. Una realidad que nos hace abrir los ojos y que nos muestra que el “reto” al que nos invita Jesús a través de P. Berthier, de “estar cerca de los que están lejos”, es un desafío muy actual y exigente. Me ha mostrado que las posibilidades existen y que a veces traen algunas dificultades, pero ese es el reto: superar las dificultades y al fin, con mucho gusto, poder mirar y decir: ¡Lo logramos! ¡Hacemos lo que muchos creían que no sería posible o que no valía la pena!
Centro de Espèiritualidade Nazaré - Bairro Pantanal
Puede que a veces no haya tenido la real dimensión de lo que significa estar aquí y ayudar en este trabajo, y tal vez por mi juventud e inexperiencia en algunas cosas a veces he cometido algunos errores. Pero, como el camino se hace caminando, algunos errores a veces son necesarios para que nos sea posible ver con más claridad el camino correcto a seguir. La experiencia misionera en Bolivia, más que cualquier cosa, es una escuela que mucho me ha enseñado. Y más que todo me ha mostrado que es necesario “bajar de los pedestales” para que sea posible ir al encuentro del pueblo y dejar que el pueblo también venga a nuestro encuentro.
Que Dios y la Sagrada Familia de Nazaret, por la intercesión de P. Berthier, sigan bendiciendo nuestro grandioso trabajo misionero.  ¡Saludos desde Bolivia!

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