terça-feira, 24 de dezembro de 2013

Nota do Conselho Mundial das Igrejas

Mensaje del Consejo Mundial de Iglesias

En las narraciones del nacimiento de Jesús del Nuevo Testamento, unos humildes pastores que vigilaban a sus rebaños aquella noche, en un caso, y unos hombres sabios que viajaban hacia el Oriente, en el otro, distinguen algo nuevo en el cielo de esa misma noche estrellada. Todos ellos tienen en común la disposición para ver el cambio, para ver algo nuevo, para ver a alguien que trae esperanza al mundo.
La noche es un momento de contemplación del día pasado, y de expectativas y preparación para lo que Dios nos reserve para el nuevo día. Juan el Evangelista comienza su relato antes del amanecer del primer día. En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios: el Verbo de vida y de luz, el Verbo eterno que sigue brillando y que siempre triunfará sobre las tinieblas.
El evangelio según San Lucas narra una serie de relatos previos al nacimiento de Jesús. Al principio de estos relatos, Zacarías, el padre de Juan el Bautista, pronuncia una profecía, una canción de esperanza que se eleva y concluye con estas palabras: Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó desde lo alto la aurora, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para encaminar nuestros pies por camino de paz. (Lucas 1,78-79)
En la Sagrada Escritura, la luz es un símbolo de Dios que nos guía en nuestra peregrinación de fe: Tu palabra es una lámpara a mis pies; ¡es la luz que ilumina mi camino! (Salmos 119,105)
Con toda franqueza, los mortales necesitamos ser guiados por Dios para encontrar el camino hacia la paz y la justicia, la reconciliación y la vida en abundancia. También necesitamos la palabra de Dios como lámpara para orientar nuestros pasos hacia el camino de Dios.
Así pues, en la reciente X Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias que se celebró en Busan (República de Corea), unimos nuestras voces en la oración que dio cohesión a la Asamblea: el tema de la Asamblea "Dios de vida, condúcenos a la justicia y la paz".
Uno de los símbolos que hemos traído con nosotros desde Busan es el de la peregrinación. Hemos peregrinado de manera simbólica en los encuentros de oración en común, en los talleres y las deliberaciones institucionales, y nos hemos desplazado físicamente durante las visitas del fin de semana a lo largo y ancho de la República de Corea, desde las costas del sur hasta los confines de la zona engañosamente denominada "zona desmilitarizada" entre Corea del Norte y Corea del Sur.
Pudimos constatar cómo en el camino hacia la justicia y la paz es necesario superar la frontera que divide Corea, así como muchas otras fronteras de hostilidad de dividen a las naciones, culturas, clases sociales y familias. En tanto que Asamblea, expresamos nuestra especial preocupación por las personas desplazadas, los refugiados, los migrantes, la región de los Grandes Lagos en África, particularmente el Congo, y la región de Oriente Medio, y denunciamos la politización de la religión como manera de tratar de justificar la violencia.
Además, y muy especialmente, hemos extendido una invitación a toda persona de buena voluntad para que se una a nosotros en la peregrinación por la Paz Justa en toda la Tierra. Queremos avanzar juntos en nuestra peregrinación común, para ser testimonios de unidad y amor de los unos por los otros.
Hemos recibido la inspiración de los pastores y los hombres sabios de buscar al Príncipe de la Paz en los lugares más insólitos, incluso en los que podrían considerarse como lugares "equivocados".
Que las bendiciones de la Navidad estén con ustedes, y que la aurora derrame su luz sobre el mundo entero desde lo alto.


Pastor Dr. Olav Fykse Tveit
Secretario general
Consejo Mundial de Iglesias

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