Mensaje del Consejo Mundial de Iglesias
En las narraciones del nacimiento de Jesús
del Nuevo Testamento, unos humildes pastores que vigilaban a sus rebaños
aquella noche, en un caso, y unos hombres sabios que viajaban hacia el Oriente,
en el otro, distinguen algo nuevo en el cielo de esa misma noche estrellada.
Todos ellos tienen en común la disposición para ver el cambio, para ver algo
nuevo, para ver a alguien que trae esperanza al mundo.
La noche es un momento de contemplación del
día pasado, y de expectativas y preparación para lo que Dios nos reserve para
el nuevo día. Juan el Evangelista comienza su relato antes del amanecer del
primer día. En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo
era Dios: el Verbo de vida y de luz, el Verbo eterno que sigue brillando y que
siempre triunfará sobre las tinieblas.
El evangelio según San Lucas narra una
serie de relatos previos al nacimiento de Jesús. Al principio de estos relatos,
Zacarías, el padre de Juan el Bautista, pronuncia una profecía, una canción de
esperanza que se eleva y concluye con estas palabras: Por la entrañable
misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó desde lo alto la aurora, para dar
luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para encaminar
nuestros pies por camino de paz. (Lucas 1,78-79)
En la Sagrada Escritura, la luz es un
símbolo de Dios que nos guía en nuestra peregrinación de fe: Tu palabra es
una lámpara a mis pies; ¡es la luz que ilumina mi camino! (Salmos 119,105)
Con toda franqueza, los mortales
necesitamos ser guiados por Dios para encontrar el camino hacia la paz y la
justicia, la reconciliación y la vida en abundancia. También necesitamos la
palabra de Dios como lámpara para orientar nuestros pasos hacia el camino de
Dios.
Así pues, en la reciente X Asamblea del Consejo Mundial de Iglesias
que se celebró en Busan (República de Corea), unimos nuestras voces en la
oración que dio cohesión a la Asamblea: el tema de la Asamblea "Dios de
vida, condúcenos a la justicia y la paz".
Uno de los símbolos que hemos traído con
nosotros desde Busan es el de la peregrinación. Hemos peregrinado de manera
simbólica en los encuentros de oración en común, en los talleres y las
deliberaciones institucionales, y nos hemos desplazado físicamente durante las
visitas del fin de semana a lo largo y ancho de la República de Corea, desde
las costas del sur hasta los confines de la zona engañosamente denominada
"zona desmilitarizada" entre Corea del Norte y Corea del Sur.
Pudimos constatar cómo en el camino hacia
la justicia y la paz es necesario superar la frontera que divide Corea, así
como muchas otras fronteras de hostilidad de dividen a las naciones, culturas,
clases sociales y familias. En tanto que Asamblea, expresamos nuestra especial
preocupación por las personas desplazadas, los refugiados, los migrantes, la
región de los Grandes Lagos en África, particularmente el Congo, y la región de
Oriente Medio, y denunciamos la politización de la religión como manera de
tratar de justificar la violencia.
Además, y muy especialmente, hemos
extendido una invitación a toda persona de buena voluntad para que se una a
nosotros en la peregrinación por la Paz Justa en toda la Tierra. Queremos avanzar
juntos en nuestra peregrinación común, para ser testimonios de unidad y amor de
los unos por los otros.
Hemos recibido la inspiración de los
pastores y los hombres sabios de buscar al Príncipe de la Paz en los lugares
más insólitos, incluso en los que podrían considerarse como lugares
"equivocados".
Que las bendiciones de la Navidad estén con
ustedes, y que la aurora derrame su luz sobre el mundo entero desde lo alto.
Pastor Dr. Olav Fykse Tveit
Secretario general
Consejo Mundial de Iglesias
Secretario general
Consejo Mundial de Iglesias
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